Pensamientos sobre la infancia

Pensamientos sobre la infancia

Creo que algún día mis sueños de infancia se harán realidad: ser un buen hijo De Dios, amar mucho y bien, hacer felices a manos llenas a mis hermanos, llegar al cielo, tu cielo y el mío, con miles y miles… Creo que un día mi pobre barquilla, golpeada por olas y vientos, con las velas aún vivas, llegará a la otra orilla, la de tu reino . Besaré esa tierra con amor para decirte con el corazón entero: gracias porque me dejaste soñar y realizar mis sueños de niño.

Por sus frutos se conoce el árbol y por sus bondades se conoce la Bondad. Dios es amor. Me lo canta el pajarillo mañanero, me lo susurra el viento en los Pinos, me lo grita con sus rugidos, el mar;los latidos del corazón cada segundo me cuentan que Dios me ama. Y pensar que muchos ponen en duda ese infinito, personal, omnipotente amor de Dios. Dime, Señor, cuánto me amas ,dímelo por medio de las criaturas. Y que yo aprenda a amarte como los niños que no preguntan cómo ni por qué, que sólo aman.

Era entonces un niño que confiaba sin pestañear; un niño que, al rezar, lloraba como el más pobre. Sabía pedir, lloraba pidiendo, porque sentía la máxima impotencia en mí y la máxima seguridad en él. Habré crecido demasiado? Es que ya no tengo alma de niño?
Es que se ha roto mi confianza en él? Porque ya no sé rezar.

La vejez y los años y la interminable cadena de mis mediocridades no han matado esa alma de niño que ha sobrevivido a todo.Desde lo más hondo de ella aflora un deseo incontenible de mirar y abrazar a ese Dios siempre buscado, querido y adorado por lo más mío. Hoy quiere decirle a este niño, qué es lo más puro, lo que aún no está podrido: te amo, Señor, eternamente.

- P. Mariano de Blas, L.C.

 

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