En medio de la inestabilidad que vivimos actualmente, lo que más necesitamos es un liderazgo sano y fuerte. Sin embargo, un líder fuerte no significa alguien autoritario, sino claro, reconocido y atractivo.
El tema del liderazgo se ha discutido mucho últimamente. Hay muchos seminarios, libros, cursos, foros, etc. que tocan este tema. Por ello, las empresas han invertido mucho en la formación de líderes.
Sin embargo, la necesidad de un liderazgo fuerte y saludable no se limita a las empresas.
En la Iglesia, e incluso dentro de las familias, es necesario tener líderes que logren unificar sus vidas en Dios.
Sólo siguiendo el modelo del liderazgo divino puede un líder actuar en cualquier
circunstancia siendo consecuente con sus principios, teniendo un proyecto de vida claro, enfocado en todo lo que hace.
De esta manera, sabe vibrar con sus proyectos personales, se siente profundamente realizado y transmite su entusiasmo a todos los que se encuentran con él. Este líder tiene el discernimiento para adaptarse a cada persona, circunstancia y contexto.
Tal vez ahora te estés preguntando: ¿Pero qué tipo de modelo de liderazgo es este de todos modos? ¡Tu entenderás!
Liderazgo en la Palabra de Dios
La Santa Biblia reúne algunos principios de liderazgo que nos pueden servir de inspiración para ejercitarnos. Seguirlos puede ser importante, porque ya sea en los negocios, en la familia, en las parroquias, solo logramos estabilidad y prosperidad cuando tenemos un liderazgo sano y fuerte. “Cuando el hombre es prudente y entendido, la tierra es estable” (Proverbios 28, 2).
Para eso, necesitamos más personas dispuestas a reconocerse como líderes, que
aprendan los principios del liderazgo y los apliquen en la práctica.
Veamos cuáles son estos principios:
1. No pasa nada hasta que alguien toma la iniciativa
El liderazgo siempre ha sido necesario. A través de un líder, todo sube o baja, solo depende de tu forma de liderar.
Sin embargo, el mundo necesita líderes que generen cambios. Un lugar que sufre de inseguridad o la idea innovadora de un servicio a la sociedad, así como una nueva parroquia en un barrio, son ejemplos de cosas que necesitan un líder que se haga cargo del proyecto. En otras palabras, necesita a alguien que esté dispuesto a ofrecer el liderazgo necesario.
2. El secreto es la influencia
Existen muchas definiciones de liderazgo. Sin embargo, si tuviéramos que resumirlo en una palabra, sería influencia.
Cuando hablamos de líderes, a menudo pensamos en grandes directores ejecutivos, cantantes famosos o estrellas de cine, pero el liderazgo es mucho más simple. El liderazgo es influencia. Si puedes influir en alguien, tienes liderazgo y, por lo tanto, también tienes una responsabilidad.
La prueba del liderazgo es: ¿Alguien te sigue? Si la respuesta es sí, piensa que eres el eslabón de una cadena que solo Dios sabe dónde puede terminar.
Somos instrumentos de Dios y tenemos una responsabilidad que cumplir.
Jesús dice: “Mis ovejas oyen mi voz; Yo los conozco y ellos me siguen” (Juan 10:27).
Sin embargo, el liderazgo no es una cuestión de título o posición. Esta es una influencia real. Hay una gran diferencia entre ser un jefe y ser un líder. El verdadero líder no siempre ocupa la silla más importante dentro de una organización.
Si alguien necesita recordar a los demás que él es el líder, en realidad significa que no está siendo un líder.
3. La base del liderazgo es el carácter, no el carisma
Es importante tener claro que en el liderazgo, el carácter es más importante que el carisma.
Seguramente has visto líderes con mucho carisma y talento natural, pero sus obras son efímeras. Pasan junto con su cargo. ¿Por qué? Porque no realizó obras con buenas raíces y cimientos. Se basan en el encanto personal, la capacidad de trabajo, el entusiasmo o el dinero.
Lo que queda es lo que logramos arraigar profundamente, y para eso se necesita carácter y constancia. El carisma depende de los dones naturales con los que nacemos. El carácter, en cambio, depende de nuestra fuerza de voluntad para perseverar y seguir avanzando.
Las obras más importantes requieren tiempo, esfuerzo y constancia. Nada de lo que realmente tiene valor en la vida se construye en un solo día o es fruto del azar, de un golpe de suerte.
Las cosas que realmente cuentan en la vida y en la sociedad generalmente se logran con trabajo duro, por lo que quienes las logran son respetados y vistos como líderes por la sociedad.
El liderazgo sin carácter puede ser influyente, pero pasa rápidamente. Después de todo, la reputación es lo que la gente dice que eres. El carácter es lo que realmente eres, es decir, lo que eres cuando nadie está mirando.
4. El liderazgo se puede aprender
Nadie nace líder, esta es una capacidad que podemos desarrollar. Unos aprenden antes, otros después. Algunos aprenden solos, otros con ayuda.
El apóstol Pablo dijo: “Lo que también aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros” (Filipenses 4:9). Después de todo, lo que Pablo está diciendo es: aprendan a ser líderes.
El liderazgo se aprende por la forma en que respondemos a los desafíos de la vida.
Jesús también tomó tiempo para entrenar a sus apóstoles. El evangelista Marcos dice: “puso a doce para que estuvieran con él y los enviara a predicar” (Mc 3,14).
Estos apóstoles formados por el líder Jesús, hicieron historia.
-Rodrigo Hurtado, L.C
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