La cruz en la vida diaria

P. Agustín de la Vega

 

Hoy vamos a hablar de algo que no está de moda, más aún, algo que por lo general buscamos darle la vuelta, algo de lo que huímos, a saber: el dolor, el sufrimiento que unidos en una palabra, podemos llamar la cruz.


Por lo general a nadie le gusta la cruz. Nadie quiere el sufrimiento, antes bien vivimos en una sociedad cuyo ideal es el bienestar, la así llamada calidad de vida; y todo lo que venga a desdibujar este ideal lo consideramos no solo malo, sino incluso indigno del hombre.
¡Qué lejos estamos de la verdad! Pues el dolor y el sufrimiento no solo son parte de la vida diaria del ser humano, sino que son, desde la perspectiva del Misterio Pascual de Jesucristo: la máxima posibilidad del espíritu humano. En efecto, la cruz, gracias a Jesucristo llega a ser la posibilidad grandiosa para que coronemos nuestro amor a Dios.
El Verbo Divino, no pudiendo dar a su amor por los hombres la dimensión del dolor y del sufrimiento, se encarnó. Haciéndose hombre como nosotros pudo entonces sufrir por amor a nosotros y darle así, al dolor y al sufrimiento humano una dimensión trascendente.
Así las cosas, el dolor y el sufrimiento nos abren hacia un amor trascendente y al mismo tiempo nos unen más directamente a la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, de tal manera que podemos entonces “completar en nuestro cuerpo lo que falta a la Pasión de Cristo.
¿Quiere esto decir que la Pasión de Cristo está incompleta?. No. De ninguna manera. Él completó a través de su sufrimiento el designio del Padre y nos obtuvo la redención eterna. Pero, nosotros que formamos su cuerpo místico, necesitamos completar ese amor misericordioso que Él nos ha brindado.
Teniendo todo esto en cuenta empezamos a ver las bondades de la Cruz en nuestra vida, y entramos en el dinamismo de amor que ella genera. Así, empezamos a avanzar y crecer en la vida espiritual, según los tres estadíos de nuestra relación con la cruz.
Primero: La sufrimos con paciencia, sabiendo que para los que aman a Dios todo coopera para bien. 
Segundo: Empezamos a llevarla con gusto pues descubrimos que ella nos identifica más con Jesucristo, y nos permite darle un valor trascendente a nuestro sufrimiento.
Tercero: La abrazamos finalmente con amor, pues descubrimos vivencialmente que ella es el único camino de salvación y paradójicamente de felicidad en esta vida.
Ahora se entiendo como Jesús, queriendo nuestro bien y nuestra felicidad en esta vida nos puso como condición: “Quien quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
Así pues, queridos amigos. Seamos amigos de la Cruz, pues ella nos lleva a la felicidad en esta vida y al paraíso en la próxima. 
 
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“La cruz cristiana no es un utensilio de la casa o un adorno para llevar, sino la cruz cristiana es un recordatorio del amor con que Jesús se sacrificó para salvar a la humanidad del mal y del pecado“  Papa Francisco
“Por el signo de la cruz y por la invocación del Nombre de Jesús todas las cosas son santificadas y consagradas a Dios” San Agustín
 
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7 comentarios

Hermoso mensaje. Es importante recordar el sacrificio que hizo Jesús por nosotros 🙏🏻❤️

Daniela

🙏❤

Andrea Teixeira

Bonito mensaje. Gracias por compartir.

Rosa

Me encanto esta lectura! Excelente para reflexionar y seguir su invitación de tomar nuestra cruz.

Cindy

Hermoso 🙏🏻

Mae

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