Que curioso. En el mes de marzo, todo él dedicado al tiempo de cuaresma, dispuesto para honrar los sufrimientos de Cristo y sobre todo para acompañarlo, se hacen presentes dos protagonistas en la vida de Jesús: su mamá y su papá.
Me refiero a las solemnidades que año tras año la Iglesia nos ofrece para nuestra devoción, en medio de la cuaresma. Son la solemnidad de San José el día 19. Y la solemnidad de la Anunciación, el 25.
Así son todos los papás. No se permiten dejar solos a sus hijos. Menos en este tiempo en que Jesús va camino a su pasión y muerte.
Ciertamente es una coincidencia de fechas, pero muy interesante para reflexionar en lo magnífico del matrimonio. Que implica ser esposos y papás.
El común denominador de ellos dos en estas fechas es: el “sí” a la tarea encomendada. José dijo “sí” a ser esposo y papá. (Mt 1, 18-24). María dijo “sí” a ser mamá y esposa. (Lc. 1, 26-38). Es un sí al compromiso y a la vocación al matrimonio.
El ser esposos es el “cómo”. El ser papás es el “para qué”
¿Cómo vas a responder a la llamada que Dios te ha hecho al matrimonio? Que es una llamada para que seas feliz, para que te realices, para que llegues a la plenitud de vida, para que alcances la santidad, para que llegues al cielo. ¿Cómo? Siendo esposos fieles.
Mantén tu sí al compromiso matrimonial.
¿Para qué ser mamá y papá?: enseñar a vivir a los hijos, sembrar en ellos valores, formarlos, acompañarlos, guiarlos al cielo. es la tarea de mamá y papá. Para esto se es mamá; para esto se es papá.
Mantén tu sí al compromiso de ser mamá, de ser papá.
- P. Gerardo de la Rosa LC
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