A las mamás

A las mamás

A las mamás

Juan Alberto Echeverry


Reflejo del amor divino

En la delicada textura del universo, Dios sembró su amor más profundo a través de las madres. Ellas son testimonio vivo de la gracia divina que camina entre nosotros, manifestación tangible del cuidado del Creador por sus hijos.

    Cuando Dios soñó con transmitir su amor incondicional, creó el corazón materno. En él depositó la fortaleza para sostenernos en la adversidad, la sabiduría para guiarnos en la confusión, y la ternura para sanar nuestras heridas más íntimas.

    En cada abrazo maternal sentimos el eco del abrazo divino. En su mirada compasiva vemos reflejada la mirada de Dios. Sus manos, consagradas al servicio constante, nos recuerdan las manos del Señor que nunca dejan de trabajar por nuestro bien.

    Como el amor de Dios, el amor de una madre no conoce límites. Persiste a través de nuestros errores, celebra nuestros logros pequeños y grandes, y nos sostiene cuando nuestras fuerzas flaquean.

    Las madres, dotadas de intuición celestial, perciben lo que no decimos y entienden lo que no explicamos. Son santuarios vivientes donde encontramos refugio y aceptación incondicional, reflejo del amor divino que nos acoge sin condiciones.

    En su capacidad de perdonar y comenzar de nuevo cada día, las madres nos enseñan sobre la misericordia de Dios. En su capacidad de sacrificio silencioso, nos muestran el corazón del Padre celestial.

    Honrar a una madre es honrar a Dios mismo, pues al crear a las madres, nos regaló un pedazo de cielo en la tierra.

    Por todo esto y mucho más, Dios exalta a la mujer ejemplar:

Mujer ejemplar no es fácil hallarla;
¡vale más que las piedras preciosas!
11 Su esposo confía plenamente en ella,
y nunca le faltan ganancias.
12 Brinda a su esposo grandes satisfacciones
todos los días de su vida.
13 Va en busca de lana y lino,
y con placer realiza labores manuales.
14 Cual si fuera un barco mercante,
trae de muy lejos sus provisiones.
15 Antes de amanecer se levanta
y da de comer a sus hijos y a sus criadas.
16 Inspecciona un terreno y lo compra,
y con sus ganancias planta viñedos.
17 Se reviste de fortaleza
y con ánimo se dispone a trabajar.
18 Cuida de que el negocio marche bien,
y de noche trabaja hasta tarde.
19 Con sus propias manos
hace hilados y tejidos.
20 Siempre les tiende la mano
a los pobres y necesitados.
21 No teme por su familia cuando nieva,
pues todos los suyos andan bien abrigados.
22 Ella misma hace sus colchas,
y se viste con las telas más finas.
23 Su esposo es bien conocido en la ciudad,
y se cuenta entre los más respetados del país.
24 Ella hace túnicas y cinturones,
y los vende a los comerciantes.
25 Se reviste de fuerza y dignidad,
y el día de mañana no le preocupa.
26 Habla siempre con sabiduría,
y da con amor sus enseñanzas.
27 Está atenta a la marcha de su casa,
y jamás come lo que no ha ganado.
28 Sus hijos y su esposo
la alaban y le dicen:
29 «Mujeres buenas hay muchas,
pero tú eres la mejor de todas.»
30 Los encantos son una mentira,
la belleza no es más que ilusión,
pero la mujer que honra al Señor
es digna de alabanza.
31 ¡Alábenla ante todo el pueblo!
¡Denle crédito por todo lo que ha hecho!

Proverbios 31, 10

 

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1 comentario

Que bello mensaje muchas gracias ❤️

Maribel Orellana

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